Objeto viejo, vida nueva

28 Jul

Mercado de Pulgas-Buenos Aires (El globo cuesta más de $3000, se ilumina y tiene 60 años)

Es entendible sentir rechazo por ropa usada (aunque no comparta el sentimiento). Hay que sumergirse en percheros con olor a anciana naftalinosa y probablemente hacer algunos ajustes posteriores. Pero jamás voy a entender porqué comprar un mueble nuevo cuando existen las antigüedades.
 
Sí, me gusta generalizar. No es TAN así. Hay veces en que hay que hacer que un estante quepa en un espacio reducido y no queda otra que hacerlo a medida. Pero estás demente si dejás en la calle un armario de tu tatarabuela (como el que compró Elaine en el capítulo del Soup Nazi) para reemplazarlo por una pieza como las que rellenan los locales de Bonafide (en el nombre del mal gusto, amén).
 
El día de mi cumpleaños di una vuelta por el Mercado de las Pulgas. No fue a propósito, estaba cerca con la cámara y aproveché. Reabrió hace poco y todo está visible y ordenado. Puede ser que no tenga la mística de antes pero tampoco tiene las ratas (salud va primero). Siguen los artistas, digo: los objetos.
 
Madre arquitecta me enseñó que salvo que te puedas comprar una lámpara de diseño italiana, siempre es mejor elegir un clásico.

 Las arañas de vidrio o cristal están por todos los puestos en todos los tamaños. Las más chicas desde $300. La naranja cuesta también $300, sin la base, pero hay algunas pantallas parecidas blancas lisas redondas a menos de $100. Todas tienen mínimo 50 años y son clásicos. Gusto mucho de la plateada, mejor ni saber el precio.

Colecciono tazas y estás me dan ganas de tirar abajo la biblioteca y tenerlas en exposición. La primera tiene dibujos orientales, la segunda (preferida) dice «Mamá» y la tercera es una de las miles que tiene un puesto en donde sólo hay teteras y tazas de todos los países épocas y formatos. Las tres rondan los $100. El único problema para los que gustan de tener juegos de vajilla es que muchas veces hay sólo un ejemplar de cada diseño. Mucho bar de Palermo se aprovechó de eso para que ningún plato ni vaso sea igual a otro. No me quejo. Lindo de su parte.

Algunos extras. La primera es una sillita que salió de un juego de muñecas de 1900. Por eso el precio enorme para semejante miniatura. Los relojes (todos en funcionamiento). ’50, ’80 y ¿Dónde, dónde está Dibu?Uno de los pasillos de muebles. Armarios preciosos barnizados y listos para la habitación de la dama y el caballero. Y uno de mis queridos teléfonos de los ’60 que créalo usted o no, funcionan. En uno de los puestos más finos cuestan $350 y hay amarillos, azules y rosas.

Gran paseo y grandes compras para los que gustamos de las habitaciones rellenas (probablemente porque vimos demasiado Oye! Arnold) y rechazamos los cubos blancos como una opción de guarida.

Buenas noches y buenos aires.

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